La canción de paz de los músicos de Malí




 Sábado, 2 de febrero de 2013

El pasado enero Malí saltó a las primeras páginas de los periódicos de todo el mundo por la guerra del  ejército maliense contra los independentistas y yihadistas, que se apropiaron del norte de esta nación del África occidental. La intervención de las tropas francesas ha conseguido liberar Tombuctú y parar el avance hacia el sur de los islamistas fundamentalistas.
Tombuctú… Para mí es, o era, salirse del planeta, lugar exótico, película de Berlanga (París-Tombuctú, 1998). Paul Auster escribió que donde termina el mundo es donde empieza Tombuctú, la ciudad hecha de barro. Feliz o desgraciadamente, la ocupación de Al Qaeda me ha descubierto la ciudad patrimonio de la Humanidad, centro cultural y espiritual del islam durante los siglos XV y XVI, con la universidad coránica Sankore y otras madrasas. Una ciudad de doctores y sabios que la hicieron legendaria y próspera.
Hace unos días escuché en la BBC que la cantante Fatoumata Diawara  metió los bártulos (donde dice bártulos leed vibrante, asombrosa, hipnotizadora voz) en la maleta y marchó a Bamako desde París, donde vive. Habló con los músicos de su país de un hermoso proyecto: un vídeo y una canción de paz; una canción sobre los problemas que ha causado la guerra y la desunión en Malí y cómo atajarlos juntos; un himno optimista para el futuro de África.
Los músicos captaron la idea —cuarenta se unieron a la iniciativa de Fatoumata—porque la música es muy importante en el continente; música que es esperanza, unión, fortaleza. Tres sólidos pilares para reconstruir un Malí destrozado por la guerra. Y grabaron la canción. La sharía —ley islámica— prohibió la música, el arma que  utilizan los artistas malienses contra la intransigencia y el sinsentido.
Su arma para la paz se llama Mali-ko (paz), interpretada en bambara, hablado en el 80 por ciento del país. En el siguiente video tenéis subtítulos en francés.


Además de Fatoumata participan respetados músicos y cantantes como Toumaní Diabaté, que toca la kora —nos os perdáis su actuación en los Alcázares Reales de Sevilla—, Amadou et Mariam, Habib Koité o Djelimady Tounkara.
Y rebuscando por aquí y por allá noticias sobre Malí he encontrado cosas tan sorprendentes como que un gran número de términos castellanos pasaron a las lenguas tribales de las gentes del Níger, sobre todo al songhai. Es una larga historia que tiene su origen en los moriscos que huyeron de Al-Andalus hacia el África subsahariana. Maravillosa es la historia de la Biblioteca Andalusí (2004), que afortunadamente no ha sido saqueada ni quemada por los exaltados yihadistas, como ha ocurrido con la biblioteca Admed Baba, de más de 20.000 manuscritos y documentos históricos, parte de ellos salvados por los bibliotecarios y los vecinos que los han escondido en sus casas, según cuenta José Naranjo en El País de 2 de febrero.
Stand de Malí en Fitur 2013 (Madrid)
Para saber más sobre Malí he visitado la Feria Internacional de Turismo (Fitur),  un país que hace de su cultura una baza para el progreso y desarrollo a través del turismo, muy importante para su economía junto con la artesanía (15% de su PIB). En su stand conozco a Menchu Mendoza, que visitó Malí por razones profesionales, en un trabajo en contacto con la gente y su modo de vida, y decidió crear en Barcelona Casa de Mali (www.casademali.org) para dar a conocer el país y colaborar en su desarrollo.
Tombuctú volverá a recibir a sus visitantes  con la hospitalidad con la que ellos mismos se definen. Como dicen en Mali-ko: Malí, una vez fuiste el sol que brilló en todo el mundo, Malí la grande, el mundo quiere a este país; en armonía nuestro país tendrá futuro. Nadie puede desestabilizarnos. Nuestros hijos tendrán futuro. Queremos la paz, paz en África, paz en el  mundo.